lunes, 26 de septiembre de 2022

LA MARCA DE LA BESTIA

 Ya en 1967, el reconocido economista J. K. Galbraith, pronosticaba la implantación de un formidable complejo totalizador en el mundo que llamó "tecnoestructura". Para entonces, él mismo alertó a los europeos sobre una inminente nueva invasión bárbara: la "americanización", hoy completada. El indetenible avance de la industria del norte aseguró una sociedad de consumo que nunca dejó de recibir por todos los medios el mensaje de la promesa de un nivel de vida superior, y lo que resultó fue un modo de vida diferente, uno que reviste con una luz artificial lo que es inferior, lo que es bajo, inmoral, lo oscuro del ser cubierto con un brillo llamado tecnología. Con la machacada publicidad vendían la idea de convertir ricas a las personas y lo que consiguió fue convertirlas en autómatas, en tecno-dependientes. Nuestro “ser” se deshizo, se perdió definitivamente en el fárrago de la masa de la interdependecia globalizada, un globo que puedes tocar con tu vista en cuantos monitores existen. El individuo, cuyo ser es esencialmente indivisible, se dividió en una suma totalitaria. Disolvió su propia individualidad en lo general, lo grupal, lo global. ¿Es positivo no estar solo y formar parte de un equipo? ¿Nos es provechoso este totalitarismo? Kierkegaard dijo que es imposible ser individuo en masa, y Bloom que en los tiempos que corren el valor como individuos nos convierte en extraños ante los otros. La persona murió para dar vida a un personaje que forma parte del mismo repertorio de millones. La persona real que eramos ya fue tragada por Moby Dyck, y vivimos (dentro de esta gran nube que parece la gran ballena blanca) lo que Melville llamó "lo impersonal personificado". 


Oscar Wilde acertó al decir que el mundo es un teatro pero el reparto de la obra es malo. Todos somos actores pésimos de esta pésima teatralización, pero lo grave es que lo realmente pésimo es considerado tan óptimo que todo y todos merecen un Oscar de la Academia.  Lo negro es galardonado como blanco, y después de lo sobrio de la ceremonia de premiación, lo más esperado es la ebriedad de la celebración, la juerga, la noche. Lo peor de este teatro, en el que todos somos actores y espectadores a la vez, es que en ese “somos” no se habla nunca de liberarse de esta esclavitud, ni siquiera de lo que podemos llegar a ser, a cobrar, ni a sufrir por ella, porque ya no somos lo que somos, somos lo que gozamos. Como en el tiempo de Noé estamos comiendo, bebiendo y bailando, pero como quien espera morir felizmente embriagado en un diluvio de champaña. Hasta el cristiano que dice “me gozo en el señor”, no se está refiriendo al gusto de vivir junto al indigente que ningún lugar tenía para reposar su cabeza, ni del gozo de llevar su misma cruz. No, nada de eso, ya que la misma embriaguez de los canales de espectáculos la percibes, incluso con mejores enlatados, en los canales evangélicos (como ellos mismos aseguran: “con señal de lo alto”).Todo es lo contrario de lo que crees. El canal de religión es Enterteiment Television. Allí están los verdaderos dioses, sus templos, sus procesiones, sus milagros. Actores y cantantes son los que poseen millones de seguidores como ningún otro mortal (luego están los falsos pastores de Cristo). Todos los comportamientos y sentimientos a seguir no se encuentran en los textos sagrados, están establecidos en las canciones y los reality show que éstos dioses protagonizan. Así como suelen poner nombres femeninos a los desastres naturales, esta Katrina, que con fuerza huracanada destruye millones de vidas, puede ser llamada certeramente Kardashian.



Cuando los canales del cable te dicen que comienza el espacio publicitario te mienten. El espacio publicitario y la programación es una misma cosa. No existe ninguna frontera entre lo que compras y lo que te distrae, puesto que los protagonistas de tu serie favorita no sólo te están repitiendo y reforzando los mismos estilos de vida que exponen los comerciales, también muchos de ellos representan reconocidas marcas, y, al ser portadores de símbolos, han dejado de ser sujetos para ser objetos de comunicación. Aquí debemos destacar la palabra “programación” y “repetición”. Estos mensajes permanentes deben repetirse tantas veces como la palabra "despacito" en el reguetón que reventó las redes. Te "programan" con lo mismo repetidamente, o sutilmente, para que automáticamente te consumas en el consumismo (todo termina en "mente", lugar donde está nuestro peor enemigo: el yo culto, el yo erudito de la cultura global, el yo robusto de tanto consumo). Cuando crees estar bebiendo gaseosa o comiendo hamburguesa en realidad consumes marcas. Cuando de vestirte y calzarte se trata no lo haces con telas o cuero, lo haces con una marca. El niño no dice: “Dejé mi franela con mis tenis”, dice “mi Polo y mis Converse”. Cuando crees hablar por un móvil (nadie lo llama "movil"), o ver tu programa predilecto, lo haces a través de tu marca. Te casas y te divorcias de marcas. Tus ídolos deportivos, musicales, actores, políticos, religiosos, 

escritores, emprendedores, gánsteres, terroristas y asesinos (incluso toda la sexo diversidad, ese género en franco crecimiento), son todos marcas con las que te identificas. ¡Todo es marca! La Barbie (no es necesario decir muñeca), que se vende una cada segundo, tiene como eslogan publicitario "sé lo que quieras ser". La niña que nació en esta tierra de "la libertad" escoge el sexo que ella quiera. El libertinaje está recubierto de un bello color azul celeste como el de la estatua de la libertad.


Los ganaderos de la globalización buscaron siempre marcarte el rumbo, ¡y vas en camino! Nada ni nadie puede interrumpir su curso. Imposible que salgas de la ruta, pues, a diferencia de un drogadicto que puede abandonar la droga, tú eres un adicto a la adicción, a la adicción en sí misma, por eso nunca te percatas qué es lo que ella está buscando dentro ti ni en donde terminará esa vía, simplemente porque no eres tú quien se conduce, es una masa ciega tras un ciego que te lleva a empujones con un tridente de algodón: un ciego que quiere llenar al tope su hoyo. ¿Será que cuando Revelación 13:16 asegura que a toda la humanidad se le colocaría una marca en la mano derecha y en la frente, se refiere a la marca de un teléfono en tus manos por el cual comprarías y venderías todas aquellas marcas que tienes entre ceja y ceja? Dice textualmente: 


Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre.


¿Será que la tan conocida “bestia del apocalipsis” es una "red" bestial llamada internet (internet significa internarse) que te atrapa irremediablemente, te interna en un submundo, y todo lo alejado de ti te lo hace cercano con un simple movimiento de tus dedos, dándote el poder, cual dios omnipresente, para acceder a todas las marcas virtuales, materiales y humanas existentes? 



Pero (y he aquí lo terrible que debo informar) ese sentirse un dios que todo lo puede en la red, pronto caerá de su nube. Sí, de súbito, así como de repente la electricidad deja de funcionar en casa, despertándonos el calor del cuarto sin aire, o separándonos con rabia de la pantalla en negro, este apagón que pronostico será único y diferente, pues este, como no ocurrió con todos los anteriores, no volverá a dar su luz horas después; este será realmente definitivo, este será el anuncio y comienzo de una Luz que se irá de aquí para siempre. Y los habitantes, que mucho disfrutaron estar conectados a las cosas que tanto amaron de este mundo, tendrán que compartir una aldea global con sus homónimos, también con los súbditos de los dioses, los dioses y el dios omnipotente que implantará acá, ya sin ninguna resistencia, su eterna oscuridad.


Por Alejandro Cephas

www.losescogidosdecristo.blogspot.com

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